La suite se puede definir como una sucesión de piezas instrumentales de caracteres contrastados regida por dos principios: tonalidad única (a veces ampliada al relativo y al tono homónimo) y estilo particular (el de la danza).
Esta forma musical, de hecho, existía en forma rudimentaria desde la Edad Media (conjuntos de danzas medievales, con la estampie y su rotta) y en el siglo XV adquiere una forma más precisa con las danzas con repetición sobre bajo obstinado. En el siglo XVI prosigue el agrupamiento de las danzas y se crean parejas. Las danzas se oponen siempre por su tempo (una danza rápida sucede a una lenta) y su coreografía (una danza de salto -saltarello, gallarda- sigue a una danza deslizada -pavana-). Pero el uso de una sola tonalidad fundamental establece entre ellas una unidad profunda, que a veces se refuerza con la utilización de un solo tema.
El mérito de la creación de la suite corresponde a los compositores de laúd italianos, que desde principios del siglo XVI fueron añadiendo piezas de enmarcación a la pareja pavana/saltarello, construyendo así asociaciones de cuatro o cinco danzas apoyadas siempre sobre una tonalidad única. En cuanto al término suite ("serie" o "sucesión"), de origen francés, se registra por primera vez en el séptimo Libre de danceries, publicado en 1557 por P. Attaingnant.
Las danzas están sometidas a las fluctuaciones de los gustos. Así se observa en el siglo XVII, en el que vemos sucederse distintas modas. La pareja passamezzo/saltarello es sustituida por la pareja pavana/gallarda; la intrada alcanza gran éxito en Italia y en Alemania; se produce el desarrollo de la alemande, seguida a menudo por una courante; en Francia es muy apreciada la gavota, y la giga suele utilizarse a menudo para cerrar la suite.
Las danzas experimentan además otras transformaciones más sutiles que se relacionan con su modo de ejecución. A comienzos del siglo XVII, los progresos de la construcción instrumental y las crecientes exigencias del público en cuanto a la calidad de la interpretación provocan la agrupación de los mejores instrumentistas en conjuntos profesionales vinculados a las cortes o a las mansiones nobiliarias. Estos grupos ofrecen interpretaciones de alta calidad, apreciadas más como "concierto" que como invitación a la danza. Se produce de este modo una división en el repertorio de danzas: las danzas de concierto y las danzas de baile, es decir, las danzas que se escuchan y las danzas que se bailan.
La danza "interpretada" y no bailada, libre de las exigencias de la coreografía, se hace cada vez más compleja y pierde su carácter funcional para constituir una obra en sí misma.
En los primeros años del siglo XVII, las suites no responden a una estructura muy determinada y sus únicos imperativos son la alternancia de los tempi y el nexo tonal. Pero hacia 1620 se produce una cierta normalización en la estructura de la suite por influencia de los compositores de laúd franceses, que difunden el esquema tipo alemande-courante-zarabanda precedidas de un preludio libre o "entrada".
En Italia la suite se confunde con otros géneros musicales parecidos, como el balleto y, sobre todo, la sonata da camara, que no es, de hecho, sino una sucesión de danzas reunidas según los mismos criterios.
A mediados del siglo XVII la suite ya está formada y es acogida en el marco de la música de concierto. Tras liberarse de las constricciones impuestas por la coreografía, puede desarrollarse hacia la expresión y el virtuosismo (1).
(1) Historia de la Música© Espasa Calpe, S.A.
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