jueves, agosto 18, 2005

Las «Variaciones Goldberg»

- A veces, en la historia de la música, se acaba dando nombres caprichosos o sin sentido aparente a ciertas composiciones. Las «Variaciones Goldberg» es un ejemplo de estos caprichos históricos. Ante el insomnio que sufría el embajador de Prusia en la corte de Dresde, el Conde Hermann Carl von Keyserlingk (que sería posteriormente el primer biógrafo de Bach), le fue aconsejado por su médico que escuchase música relajante a la hora de irse a dormir. Así pues, el embajador se puso en contacto con su admirado Bach y le solicitó una obra que fuese lo suficientemente larga como para quedarse dormido mientras la escuchaba. Una vez compuesta la obra por Bach, fue su joven alumno Johann Gottlieb Goldberg quien se encargó de interpretarla al clave cada noche, en una habitación lo suficientemente cercana al dormitorio del Conde como para que éste pudiese oírla y quedarse dormido. De esta manera la obra no acabó llamándose con el nombre de la persona a quien iba dirigida, como era habitual, sino con el nombre del clavecinista, que consiguió su sitio en la historia musical con su sacrificado trabajo. (1)

(1) guiaudicion

martes, agosto 16, 2005

Memoria del olvido del otro


Una forma tradicional de la poesía japonesa es el haikai, la cadena de versos. La primera línea del haikai era el famoso hokku, literalmente "verso primero" o verso que comienza . El hokku era el verso primordial, porque daba el tono: marcaba la dirección del poema. Su radicalidad pasó a ser tan importante que algunos autores empezaron a componer hokkus al margen del resto de la poesía: como un inicio sin término.

Gracias especialmente a Masaoka Shiki, la independencia del hokku se estableció en 1892-fue entonces cuando se creó el término haiku (haikai no hokku). El haiku es un poema de 17 sílabas en una estructura de tres unidades métricas 5-7-5. La reforma de Shiki no cambió esta estructura, ni tampoco la tradicional temática "estacional" del haiku. El haiku suele emplear un término (kigo) que sitúa la estación en que nos encontramos: nieve, cerezos, etc.

Kawahigashi Hekigoto añadió dos parámetros más para continuar con la reforma de Shiki: (1) el haiku será más acorde con la realidad si no hay en él un tema de interés; (2) se debe recalcar la importancia de la primera impresión del poeta sobre lo cotidiano: darle una frescura nueva.

El haiku debe combinar dos imágenes distintas que se relacionan en el tercer verso; debe estar escrito en presente y tener una pausa (kireji) al final de uno de los dos primeros versos.
En realidad, en las adaptaciones del haiku a otros idiomas todas estas reglas suelen pasarse por alto, aunque se procura mantener la estructura silábica.

Un haiku de Carlos Spinedi (Argentina, 1928):

Seca una rama
quiébrase entre mis manos.
Llega el inverno

Y uno de Borges:

Hoy no me alegran
los almendros del huerto.
Son tu recuerdo.

El haiku es, pues, una impresión finita, terminada. Es el lenguaje de lo fugaz. Se sitúa en el tiempo: es temporal terreno y concreto. Pero el haiku dice en verdad todo lo demás, todo lo que no dice: precisamente por eso el haiku es infinito.

martes, agosto 02, 2005

Le père de l'oiseau de feu

El 29 de mayo de 1913 Igor Stravinsky estrena en París su ballet «Le Sacre du Printemps», dando lugar a uno de los mayores escándalos de la historia de la música.

Un testigo presencial relata así lo acontecido:
«[...] parte del auditorio se sintió ofendida por lo que le parecía un intento blasfematorio encaminado a destruir la música como una de las bellas artes y, movida por su furor, al poco rato de levantarse el telón, empezó a lanzar maullidos y a vociferar para que se suspendiera el espectáculo. La orquesta, entre tanto barullo, no se podía escuchar más que de vez en cuando, en alguno de los raros sosiegos que se producían. Un hombre joven que estaba en un palco detrás de mí estuvo de pie todo el rato que duró el ballet, a fin de poderlo ver mejor; para dar una idea de la exaltación de que estaba poseído, baste decir que en determinado momento marcó el ritmo con sus puños sobre mi cabeza. El escándalo iba en aumento. Una señora se levantó de la silla de su palco para pegar un bofetón a un caballero que silbaba. Saint-Saëns denunciaba al compositor por farsante, y lo mismo André Capu, el conocido crítico. Ravel, en el lado opuesto, proclamaba a gritos que el ballet era obra de un genio. El embajador de Austria se reía de una manera ostensible, y Florent Schmitt lo insultaba llamándole estúpido. La princesa de Portualés se puso de pie exclamando: «tengo sesenta años, pero es la primera vez que alguien se ha atrevido a burlarse de mí». En medio del barullo, Claude Debussy suplicaba vehementemente al auditorio que guardase silencio para que se pudiese oír aquella música
maravillosa [...]» (1).


Medio año después de su estreno, esta obra era aclamada por el público. Después de este éxito el ruso naturalizado francés y luego americano presentará entre otras obras su famoso L'oiseau de feu (1910), un ballet con una construcción firme y basado en un cuento del Oriente eslavo, y Petrushkam (1911) devolviendo con esta última, los volúmenes que había disuelto el impresionismo en la música, abandonando la influencia meramente francesa

(1) usuarios.lycos.es/guiaudicion/ compositores50/stravinsky.htm