
Una forma tradicional de la poesía japonesa es el haikai, la cadena de versos. La primera línea del haikai era el famoso hokku, literalmente "verso primero" o verso que comienza . El hokku era el verso primordial, porque daba el tono: marcaba la dirección del poema. Su radicalidad pasó a ser tan importante que algunos autores empezaron a componer hokkus al margen del resto de la poesía: como un inicio sin término.
Gracias especialmente a Masaoka Shiki, la independencia del hokku se estableció en 1892-fue entonces cuando se creó el término haiku (haikai no hokku). El haiku es un poema de 17 sílabas en una estructura de tres unidades métricas 5-7-5. La reforma de Shiki no cambió esta estructura, ni tampoco la tradicional temática "estacional" del haiku. El haiku suele emplear un término (kigo) que sitúa la estación en que nos encontramos: nieve, cerezos, etc.
Kawahigashi Hekigoto añadió dos parámetros más para continuar con la reforma de Shiki: (1) el haiku será más acorde con la realidad si no hay en él un tema de interés; (2) se debe recalcar la importancia de la primera impresión del poeta sobre lo cotidiano: darle una frescura nueva.
El haiku debe combinar dos imágenes distintas que se relacionan en el tercer verso; debe estar escrito en presente y tener una pausa (kireji) al final de uno de los dos primeros versos.
En realidad, en las adaptaciones del haiku a otros idiomas todas estas reglas suelen pasarse por alto, aunque se procura mantener la estructura silábica.
Un haiku de Carlos Spinedi (Argentina, 1928):
Seca una rama
quiébrase entre mis manos.
Llega el inverno
Y uno de Borges:
Hoy no me alegran
los almendros del huerto.
Son tu recuerdo.
El haiku es, pues, una impresión finita, terminada. Es el lenguaje de lo fugaz. Se sitúa en el tiempo: es temporal terreno y concreto. Pero el haiku dice en verdad todo lo demás, todo lo que no dice: precisamente por eso el haiku es infinito.
1 comentario:
Muy fresco.
Excelente.
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