martes, agosto 16, 2005

Memoria del olvido del otro


Una forma tradicional de la poesía japonesa es el haikai, la cadena de versos. La primera línea del haikai era el famoso hokku, literalmente "verso primero" o verso que comienza . El hokku era el verso primordial, porque daba el tono: marcaba la dirección del poema. Su radicalidad pasó a ser tan importante que algunos autores empezaron a componer hokkus al margen del resto de la poesía: como un inicio sin término.

Gracias especialmente a Masaoka Shiki, la independencia del hokku se estableció en 1892-fue entonces cuando se creó el término haiku (haikai no hokku). El haiku es un poema de 17 sílabas en una estructura de tres unidades métricas 5-7-5. La reforma de Shiki no cambió esta estructura, ni tampoco la tradicional temática "estacional" del haiku. El haiku suele emplear un término (kigo) que sitúa la estación en que nos encontramos: nieve, cerezos, etc.

Kawahigashi Hekigoto añadió dos parámetros más para continuar con la reforma de Shiki: (1) el haiku será más acorde con la realidad si no hay en él un tema de interés; (2) se debe recalcar la importancia de la primera impresión del poeta sobre lo cotidiano: darle una frescura nueva.

El haiku debe combinar dos imágenes distintas que se relacionan en el tercer verso; debe estar escrito en presente y tener una pausa (kireji) al final de uno de los dos primeros versos.
En realidad, en las adaptaciones del haiku a otros idiomas todas estas reglas suelen pasarse por alto, aunque se procura mantener la estructura silábica.

Un haiku de Carlos Spinedi (Argentina, 1928):

Seca una rama
quiébrase entre mis manos.
Llega el inverno

Y uno de Borges:

Hoy no me alegran
los almendros del huerto.
Son tu recuerdo.

El haiku es, pues, una impresión finita, terminada. Es el lenguaje de lo fugaz. Se sitúa en el tiempo: es temporal terreno y concreto. Pero el haiku dice en verdad todo lo demás, todo lo que no dice: precisamente por eso el haiku es infinito.

1 comentario:

lafiebredelmono dijo...

Muy fresco.
Excelente.