miércoles, junio 16, 2010

Reflexiones sobre el liderazgo

Es muy frecuente que en los últimos años el término liderazgo se ocupe de manera cotidiana cuando se habla de management. Ha cobrado tanto peso que el management no se puede entender sin él. Administración y Liderazgo están correlacionados íntimamente. Además, existen miles de publicaciones donde se especula sobre el sentido del mismo, y cada año se han de contar en cientos de miles las horas donde la gente dedica tiempo en estudiar este tópico. La palabra leadership en google tiene alrededor de 140,000,000 de páginas asociadas con el tema, referencia de las menciones que en el principal medio de comunicación e información que hoy en día poseemos.

Me resulta curioso el boom de este término, pues la administración de instituciones es una realidad que se remonta al inicio de la vida humana. Y como lo veníamos diciendo el liderazgo y la administración son términos incluyentes. Muy difícilmente se podría entender una institución administrada sin administrador. El primer líder habrá aparecido con la primera comunidad humana. Esa comunidad probablemente fue el padre de familia. Desde un inicio se constituyeron comunidades y todas ellas siempre estaban relacionadas a un líder.

Sin embargo, qué es lo que hace ahora, que el término liderazgo se haya convertido en un término tan estudiado y tan pensado. Creo que la respuesta no es muy difícil: El crecimiento exponencial que ha tenido el género humano requiere de igual manera un crecimiento desmedido de las instituciones. El ser humano es un ser social por naturaleza y la sociabilidad se vincula directamente a la creación de instituciones. Las instituciones humanas son una realidad íntimamente ligada al ser humano pues le permiten hacer asequibles los distintos fines que se plantea; desde los fines más primitivos como es la nutrición y supervivencia hasta los más complejos como puede ser el disfrute estético en general. La institución para el ser humano es una extensión de sí mismo que lo potencia.

La realidad en el párrafo anterior obviamente no ha tenido un desarrollo desde esa perspectiva ideal; es evidente que en repetidas ocasiones a lo largo de la historia, la institución en su correcto sentido ha sido continuamente desvirtuada. La más común de sus corrupciones, es cuando la institución responde fundamentalmente a los intereses de una sola persona. En esa tesitura podemos observar que hay muchas instituciones que nacen incluso para un único fin personal (de una sola persona); sin embargo esta observación y expresión guarda en sí mismo cierta contradicción y sofisma, pues es falso, por lo menos desde una perspectiva categórica y antropológica, decir que una institución solo responde al interés de una sola persona, pues para que exista una institución es necesario que haya otros, y por más que una institución responda a un solo aparente fin personal, los participantes de toda institución siempre se encuentra adheridos a la misma a través de un interés. Este interés puede ser infinitamente pequeño, pero aún así, es lo que permite la cohesión, la congregación y permanencia de los otros a dicha institución.

Visto lo anterior la entidad del interés se convierte en uno, si no el que más, de los elementos más importantes para la cohesión y preservación de las instituciones. En la medida en que las personas poseen interés en algo es cuando se forman una relación entre ellas, y es de esta manera como decimos que se gesta una institución: cuando confluyen intereses. En la realidad no es que ordinariamente se nos pregunte si queremos pertenecer a una institución, muchas veces nacemos en una, sin embargo, en la medida en que observamos que esa institución conviene a nuestros intereses permanecemos en ella. Al permanecer se muestra nuestra voluntad de adhesión.

Sobre la adherencia, y la imposibilidad de salir de una institución se podrían escribir muchos volúmenes, sin embargo, para efectos de este texto no nos extenderemos más. La institución es una creación humana resultante de intereses que confluyen. En el fondo expresa la necesidad que los hombre tenemos unos de otros.

En las instituciones ordinariamente se conforman distintos roles que se vinculan directamente con los distintos fines. Dentro de estos roles hay uno o varios que siempre destacan sobre los demás, y son los que toman la responsabilidad de mantener y encabezar dicha instituciones. Son múltiples las causas por las que se adopta ese rol y se podrían escribir cientos de textos dando razones a esa adopción, sin embargo es un hecho fáctico: ese rol es el líder, todas las instituciones poseen un líder. No es nuestro interés ahondar mucho sobre la causas por la que se asume ese rol y la genealogía del líder, pues no existe un razón unívoca por la que el líder llega a ser líder, sin embargo si es de nuestro interés describir en función de lo que se ha venido explicando alrededor de la institución, una propuesta de comprensión del líder.

Con lo explicado podríamos aproximar la siguiente aseveración: Las instituciones se gestan a través de los intereses ergo el líder debe ser un natural comprensor de los intereses humanos. El líder se debe caracterizar en comprender cuales son las motivaciones de las personas que están cercanas a él, de tal manera que las pueda asociar con el fin de la institución. El actuar humano como lo venimos diciendo se asocia por intereses, el interés o motivación, es el principal motor de cualquier acción. El líder debe ser un místico del interés.

El primer paso para desarrollar esta mística del interés se encuentra, a diferencia, de lo que se podría pensar en reconocer al-otro como un ser de intereses como-yo. El líder debe ser empático y descubrir que aquel que lidera es un ser que se motiva como él mismo se motiva. Que encuentra una tensión hacia la acción por las cosas que le resultan motivantes. Este es el escalón primigenio para un buen liderazgo de inter-eses. Solo así puede transmitir él mismo líder sus propias motivaciones: cuando sé que el otro se motiva igual que yo mismo me motivo.

Este ejercicio por sencillo que parezca es sumamente complicado, pues implica una constelación de circunstancias. La primera de ellas, que se encuentra implícita en lo que venimos diciendo, es reconocer al otro como mi igual. El buen líder sabe que no es más persona que los que lidera. Podrá tener capacidades más excepcionales que el liderado pero nunca podrá ser más persona. El primer error del líder es creer que es más que los demás. Esta circunstancia es problemática en las organizaciones; existe cotidianamente una actitud feudal de muchos líderes que genera una cultura padre-hijo, rompiendo la conexión de intereses de los que se han asociado en una institución. Desconecta los intereses pues el interés del líder que es de “otro planeta” no es el mismo que el de lo liderados, sin darse cuenta que el fin de la institución se compone del interés de todos los reunidos. Si se lucha por un interés o fin común, todos los unidos en la institución deben compartir ese mismo fin. Para compartir ese mismo fin todos deben ser iguales. De esta manera se vislumbra lo que se ha dicho. La función del líder es lograr interconectar intereses de iguales en un interés común. El interés común solo ejecuta de manera más responsable y eficaz cuando es un interés de iguales. Este fenómeno se puede observar en la consolidación de las democracias más modernas y desarrolladas. Las instituciones de iguales se pueden autorregular porque son conscientes de manera adulta del interés común.

Con lo anterior podemos expresar otra característica del líder que venimos describiendo: debe poseer un termómetro del interés de los reunidos. Este ejercicio es de diario, poder determinar qué es lo que tienen en la cabeza los liderados. La posibilidad de la negociación radica en este ejercicio, si conozco los intereses de los demás se podrán ofrecer propuestas que generen consensos .

El líder que asocia intereses no lleva toda la responsabilidad de la institución. El líder de intereses comparte la responsabilidad. Compartir la responsabilidad es fragmentar la misma en diversas células que puedan responder cada una por el interés común. El líder de intereses es formador por tanto de líderes, pues al tratar, como veníamos diciendo arriba, con iguales no sólo de derecho si no de hecho hace al otro líder .

Es como ya hemos venido describiendo el conocimiento y comprensión del interés una llave poderosa para el buen líder. Cultivarla es camino seguro para llevar y administrar una institución humana a un buen camino. Hasta aquí se ha querido sugerir los grandes temas que se pueden arrojar con la comprensión del líder de esta perspectiva. Quizá en mi siguiente aportación con relación a este podamos tratar los prejuicios que detienen un liderazgo como el propuesto en este texto y ahondar en más sugerencias prácticas alrededor de este sentido de liderazgo.

(publicado en la gaceta de mi trabajo)

2 comentarios:

mariana-e dijo...

Me gustó mucho tu reflexión, clara y sencilla. Me hizo pensar en lo que debería ser y en lo que es...

Raguniano dijo...

Excelente tu reflexión sobre el liderazgo. Hay tanta basura sobre el tema que la gente no sabe como guiarse. Hace falta este tipo de escritos para abrir la mente. Felicitaciones!
@raguniano