jueves, agosto 31, 2006

Estética o Metafísica

Primero, un fragmento de la respuesta que Tomás de Aquino dió a la pregunta de su secretario Reginaldo sobre el por qué de no continuar con la redacción de la Summa Teológica:

"No puedo. Todo lo que he escrito me parece paja comparado a lo que he visto y me ha sido revelado" (Non possum quia omnia quae scripsi videntur mihi paleae respectu eorum quae vidi et revelata sunt mihi).

"¿Cómo podríamos cantar un canto a Yahveh en una tierra extraña?" (Salmo
137, 4).

Despues, la interpretación, según algunos, de lo que Tomás de Aquino quiso decir con la respuesta anterior:

"En esta vida es mejor conocer que amar las cosas inferiores a nosotros, pero es mejor amar las cosas que son superiores. Respecto de Dios es mejor amarlo que conocerlo, porque el conocimiento hace que las cosas vengan a nosotros y se adapten a nuestra manera de ser; pero el amor, que es la caridad, nos hace salir de nosotros y nos lanza hacia el objeto amado. El que ama se asemeja a la cosa amada; el que conoce adapta la cosa conocida a su propio modo de ser. De suerte que, cuando se trata de cosas inferiores, las elevamos cuando las conocemos, porque les damos nuestro propio modo de ser; pero cuando las amamos nos envilecemos. En cambio, cuando conocemos las cosas superiores, las empequeñecemos cuando se adaptan a nuestra inteligencia; pero, cuando las amamos, nos elevamos hacia ellas. Por eso, en esta vida, es mejor amar a Dios que conocerlo, y por ello es más lo que amamos a Dios por la caridad que lo que lo conocemos por la fe."

Summa Theologiae, I, q. 82, a. 3.

¿Qué opinan?

3 comentarios:

Phi.Lord Chandos dijo...

Esta clásica controversia (teología versus espiritualidad) es tratada de manera magistral por Balthasar en su "Teodramática II: Las personas del Drama: el hombre en Dios". No voy a transcribir toda la argumentación, pero sí un pequeño resumen.

Parece que existe una contraposición entre las respuestas que dan a la revelación, por un lado, la espiritualidad, y por el otro, la teología. Aquella da -según Balthasar- una explicación lírica, esto es, a partir del impulso íntimo que recibe el sujeto piadoso, la ebullición y la imantación que padece, su abandono creador con vistas a la repristinación viviente de lo pretérito; y esta –la teología–, da una explicación épica; es decir, a partir de la captación de los acontecimientos históricos con la mayor exactitud posible, es decir, a partir de la captación de los acontecimientos históricos con la mayor exactitud posible, da una interpretación de la revelación en su significación general y permanente.

La alternativa lírica y épica –espiritualidad y teología–, sigue siendo insoluble a su nivel mientras no se presente al mismo tiempo la dramaticidad de la revelación que es la única en que encuentran su unidad.

Existe un hablar de los cristianos dirigido a Dios. Y un hablar de la Iglesia hacia adentro y otro semejante hacia fuera.; pero esta tensión descansa en una tercera que engloba a las otras: en la acción de Dios que requiere al creyente y lo compromete como testigo. Pero como testigo en el sentido cristiano primitivo: con toda su existencia. De otro modo no hay aquí ningún testigo de la verdad.

Entonces se resuelve la aporía. Los apóstoles son testigos de la resurrección y en ella de toda la vida previa de Jesús: la forma de su objetividad coincide con la forma de su testificación. No son reporteros que se quedan al margen o que están movidos por intereses, sino que responden de su vida con aquello que se sienten obligados a testimoniar. De esta testificación la escritura da por su parte testimonio. Lo uno y lo otro coinciden sin más cuando Pablo escribe una carta y en ella testimonia con toda su existencia la verdad e la revelación y la coloca en el centro del acontecimiento de Dios, pero se incluye así mismo, al comprometido en Damasco de una vez por todas, y saca todos los registros de su existencia para convencer a los destinatarios de que también al igual que él, se encuentran implicados. Aquí resulta irrelevante que el hable más lírica o épicamente, pues en ambos aspectos habla sobre todo de modo dramático: hace avanzar le drama sin solución de continuidad desde Dios sobre Cristo hasta él como intermediario y hasta la comunidad , que ya se encuentra implicada en la acción y debe realizarla.

La presunta aporía de la irremediable separación entre la teología y espiritualidad se resuelve el compromiso de Dios con el mundo –el hombre–; en la Teodramática.

Unknown dijo...

Muy interesante tu aportación. Creo que la disyuntiva que presenta este post aparece en distintos y diversos ámbitos del pensamiento y de la acción. A mi modo de ver la cosas es parte del misterio de la ec-sistencia.

Guillermo Núñez dijo...

A mí me gusta más leer que escribir. También creo que sólo leer es de maricas.